viernes, 11 de febrero de 2011

Carlos Ordenes Pincheira: Hoy "La Canasta"

Carlos Ordenes Pincheira y Nadia Ivonne Ordenes Duffau

Mientras me moría de dolor por una jacqueca que no quería dejarme, echada en la cama, con lentes oscuros y sólo monosílabos, mi papá que recién llegaba de visita se quedó a mi lado y no sé cómo ni por qué comenzó a contarme cosas del pasado, que siempre agradezco porque me abre los ojos desde su perspectiva (no la de los libros o los artículos), desde su propia experiencia y en lugares y con personas que reconozco. El tema de hoy comenzó con "la canasta" y cómo tuvo que hacerse cargo de la repartija de cosas para un total de 300 familias. Cómo iban a buscar las cosas al "almacén del pueblo" que quedaba ubicado en calle Los Presidentes donde hoy hay un pequeño supermercado en la esquina, (en ese tiempo tomaba toda la manzana y después se quemó completamente), cómo tenía que lidiar a ratos con  la mezquindad de los propios vecinos, cómo trató de traspasar la responsabilidad pero todos confiaban en Carlitos y tenía que seguir no más si no quién, el gran desabastecimiento y el flujo de "canastas" periódicamente hacia familias que no tenían la plata para acceder a ella (era un costo bajo pero la cesantía en esa época muy alta también). Mi papi se las pasaba igual porque así tenía que ser, obvio, sin dudas.
Cuando fue el golpe militar, la preocupación más inmediata de mi viejo fue la plata que le debía al proveedor (una señal mínima de la falta de visión nacional sobre lo terrible que vendría y que ya estaba ocurriendo en el país), y ya que en mi casa de niña faltaba de todo pero libros no, tuvo que sacrificar un par de bellezas y venderlas. Igual no alcanzó a reunir todo, las familias deudoras no tenían ni antes ni ahora, así que depositó lo que tenía no más y se quedó todo angustiado pero no lo fueron a buscar ni por la deuda ni por ser jefe de canasta, pese a que a otros si les tocó y nunca más se supo de ellos. Mi padre hasta hoy no se explica por qué a él no.
Después saltamos unos años antes, en plena UP, a la toma de la casa donde vivimos toda nuestra infancia. Yo tengo un recuerdo muy vago del piso de baldosa (veníamos de una casa sin suelo), de la ventana, de todo vacío y de mi mamá jovencita y emocionada "con carita de ilusión". Tengo un recuerdo más posterior del entorno: un lote de casas sin cierre o con cierres precarios. De la terrible perrera que se llevaba sin piedad a las mascotas que no se lograban ocultar.... "viene la perrera!!!!!!!" se escuchaba desde cualquier punto y era un correr para resguardar los animales y como no había cierres era difícil. Me acuerdo que hasta pesadillas tenía con la famosa perrera pero no recuerdo el camión así que no sé si realmente lo vi alguna vez.
Después recordamos el jardín de plantas en diagonal Santa Irene y cómo de un sitio abandonado surgió "Jardín La poesía" y ahí se quedó más de 20 años...... y etc.
Lo cierto es que comencé con monosílabos pero de a poco me puse más activa y preguntona... hace tiempo que no hablaba con mi papá de estos temas y siempre me lleno de una nostalgia por la vida que apenas recuerdo o que simplemente no recuerdo nada y que sin duda me habría gustado vivir. Tan intenso, tan heroico, tanto por hacer. Tal vez no hubiera durado nada como dice mi mami y que menos mal que yo era chica, pero quién sabe.... Como dice Sabina "no hay nostalgia peor que lo que nunca jamás sucedió".
Y con la conversa tan entretenida se me pasó la jacqueca y sin desmerecer el cóctel de analgésicos que tomé, creo que las palabras bien dichas, esas que vienen con links hacia sueños e interrogantes de nuestras historia, hacia cosas y situaciones inconclusas y poco comprendidas...... en fin, aquellas que nos devuelven a nosotros mismos y nos permiten salir un rato de lo cotidiano, también son sanadoras.


Carlos Ordenes Pincheira, grande como una casa. Dibujo de Carla Ordenes Duffau a los 4 años
Carlos Ordenes Pincheira Retrato de Nadia Duffau Urrutia
Lápiz pasta común y corriente. Más menos a sí se veía mi viejo en esos tiempos 

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