martes, 1 de febrero de 2011

Conozco la muerte y sus desastres

La otra cara del hospital.... Los pacientes que finalmente se van a sus casitas.


Conozco la muerte y sus desastres. Me acompaña cada cierto tiempo en mi trabajo. Me toca preparar a los padres, tomarles la mano, darles luego la noticia y presenciar el inicio del duelo inesperado. Hace una semana fue Fabián y ahora Camila, pero tengo muchos más nombres guardados en mi corazón. Muchos porqué y preguntas sin respuesta. Invocaciones a un dios, que como dice mi padre, siempre ha estado lejos del dolor y la olla vacía. Mi recompensa, si es que hay una, es ser ancla de una familia que nunca más será la misma, es sentir la pena igual que el primer día, es reconfortar cuando sólo hay desolación y dudas. Mi recompensa es la inmensa cantidad de niños que logran salir de la unidad y luego regresan, dándonos la sorpresa de la recuperación, la sonrisa en la cara de los padres, el "muchas gracias" cuando uno hace simplemente lo que tiene que hacer. Mi recompensa final es volver a mi casa y ser recibida por dos niños maravillosos, tres gatos y un perro y quedarme en este espacio y curarme y sentir nuevamente la vida en todos los rincones y la felicidad, que en cuotas y detalles nos regala. Pero en medio de la luz de mi hogar, de los juegos y del amor, queda siempre un pedacito detenido, donde mi alma pide que en algún minuto llegue paz en ese otro hogar lleno de rincones que ahora están en silencio.

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